En la mitología egipcia, Tait, también conocida como Taitet o Tayet, es la diosa del tejido, del arte de tejer y de los tejedores. Su título es la señora del lino. Aparece en los Textos de las Pirámides y en los Textos de los Sarcófagos, participando en los ritos funerarios al envolver al difunto con los vendajes necesarios para embalsamarlo y preservar al cuerpo de la descomposición. Tait también es la diosa que teje las vestiduras del rey para participar en los rituales del cargo y recompone sus miembros de la misma forma que cose sus prendas. Además, le proporciona al sacerdote su vestimenta de lino blanco, llamada túnica osiríaca, un símbolo de poder, pureza y protección. También se le da culto especialmente en Sais, junto con su contraparte masculina, el dios de los tejedores Hedy-hetep o Hedihotep ( el blanco complacido ).

Aracne: la tejedora desafiante

En la mitología griega, Aracne fue una gran tejedora que alardeó de ser más habilidosa que la diosa Atenea. Aracne era la hija de Idmón, un tintorero que tenía la lana. Era famosa en Hipepa (Lidia), donde tenía su taller, por su extraordinaria habilidad para el tejido. Las alabanzas que recibía terminaron por subirse a la cabeza de la joven, que comenzó a afirmar que sus habilidades eran superiores a las de Atenea. La diosa se enfadó y decidió entrar en competencia con Aracne. Adoptando la forma de una anciana, Atenea le advirtió que no ofendiera a los dioses, pero la mortal se burló y propuso un concurso de tejido para demostrar su superioridad. Atenea aceptó el desafío y comenzó el concurso.

Atenea tejió la escena de su victoria sobre Poseidón, mientras que Aracne tejió una representación de veintidós episodios de infidelidades de los dioses disfrazados de animales. Aunque la destreza de Aracne era indudable, la elección del motivo enfureció a Atenea. La diosa destruyó el tapiz de Aracne y la golpeó en la cabeza. Aracne, dominada por la vergüenza, huyó y acabó por ahorcarse. Sin embargo, Atenea se apiadó de la joven y la transformó en una araña, rociando la soga con jugo de acónito.

Hestia: la diosa del fuego del hogar

En la mitología griega, Hestia era una de las diosas olímpicas y personificaba el fuego del hogar. Era hija de Cronos y Rea, y era la primera en ser devorada por su padre al nacer. Sin embargo, fue la última en ser expulsada cuando Zeus le entregó el vomitivo. Hestia apenas salía del Olimpo y nunca se inmiscuía en las disputas de los dioses y los seres humanos. Se la veneraba en todos los hogares particulares como la diosa del fuego del hogar. También tenía su lugar de culto en los templos de los demás dioses y en los pritaneos, donde se encontraba el hogar común de las ciudades. Se la invocaba y se le ofrecían sacrificios y libaciones antes que a los demás dioses. Además, se la identificaba con la diosa romana Vesta y se la relacionaba con la diosa Fornax.

En la mitología romana, el culto a Vesta era de especial importancia. Se le rendía culto en un templo donde se conservaba el fuego perpetuo y se custodiaba lo que se creía que era el paladio, un objeto mítico. A Hestia se la relaciona con la escita Tabiti y se le atribuye la invención del modo de construir casas.

La diosa de la costura ha sido venerada y adorada en diferentes culturas y mitologías a lo largo de la historia. Desde Tait, la diosa egipcia del tejido, hasta Aracne, la tejedora desafiante de la mitología griega, y Hestia, la diosa del fuego del hogar en la mitología griega y romana. Estas diosas representan la importancia del arte del tejido y la costura en la vida cotidiana y ritual de las sociedades antiguas. Sus historias nos enseñan la importancia de respetar a los dioses y a no desafiar su poder y sabiduría.

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