Cómo se lavaba y limpiaba la ropa en la antigua roma

La antigua Roma nos fascina con su historia y cultura, pero también nos muestra que la higiene no era su punto fuerte. En esa época, las letrinas eran espacios comunes y para mantener la ropa impecable se utilizaba un método poco convencional: la orina como producto de limpieza.

En esta nota hablaremos sobre
  1. El proceso de lavado de la ropa en la antigua Roma
  2. El trabajo en las fullonicae
  3. La importancia de la orina en el proceso de lavado

El proceso de lavado de la ropa en la antigua Roma

En la antigua Roma, no era común que las personas lavaran su ropa en casa, ya que no tenían acceso a agua corriente. A veces, bastaba con remojar la ropa en alguna fuente o río, pero quitar las manchas era más complicado debido a la falta de detergentes. Por esta razón, las personas de importancia recurrían a las fullonicae (tintorerías) para eliminar las manchas y, si era necesario, teñir la ropa.

Las fullonicae utilizaban una mezcla compuesta por agua, orina y cenizas para lavar la ropa. La orina contenía amoníaco, que descomponía la materia orgánica y ayudaba a ablandar la suciedad de las manchas, mientras que las cenizas absorbían la suciedad. La mezcla se colocaba junto con la ropa sucia en tinas de piedra, donde se limpiaba a base de pisotones. Para eliminar los restos de suciedad, se utilizaba una arcilla llamada tierra de batán, conocida por sus propiedades absorbentes.

Después de limpiar la ropa, se enjuagaba con agua y, si aún quedaban manchas, se repetía el proceso hasta que quedara completamente limpia. Si la ropa era blanca, se utilizaba cal para blanquearla. Luego, se tendía para secarla y airearla. Aunque se utilizaban productos poco convencionales para lavar la ropa, al final del proceso no tenía un olor tan desagradable como se podría esperar. Finalmente, se planchaba con la ayuda de una prensa y, según el tipo de tejido, se cardaba para dejarla lisa. Si era necesario, también se volvía a teñir y se arreglaban posibles desperfectos.

El trabajo en las fullonicae

Trabajar en una fullonica era considerado una tarea despreciable, especialmente para aquellos que se dedicaban a la desagradable tarea de pisotear la ropa en las tinas. Esta labor generalmente recaía en esclavos, mujeres y niños de clase baja. Incluso los propietarios de las fullonicae no gozaban de buena fama, aunque les importaba menos debido a la fortuna que obtenían, ya que el servicio era caro.

La importancia de la orina en el proceso de lavado

Para llevar a cabo su trabajo, las fullonicae necesitaban un suministro constante de orina, que obtenían de diferentes fuentes. Por un lado, se colocaban vasijas junto a los negocios donde cualquier persona podía hacer sus necesidades. Por otro lado, los propietarios recogían orina de las letrinas públicas e incluso la importaban en ánforas desde otras ciudades. La orina también era utilizada por quienes se dedicaban al curtido de pieles para eliminar el vello y los restos de carne.

Este negocio lucrativo no escapó de la mirada del fisco. El emperador Vespasiano, quien gobernó Roma entre los años 69 y 79 d.C., creó un impuesto sobre la orina (urinae vectigal) que se aplicaba a aquellos que quisieran obtener suministros de las cloacas o importarla de otras ciudades, lo cual encareció aún más el servicio. Según el historiador Suetonio, en una ocasión, el hijo de Vespasiano, Tito, expresó su desagrado por el hecho de cobrar impuestos por la orina. En respuesta, Vespasiano le acercó una moneda de oro a la nariz y le preguntó si olía mal. Tito respondió que no, a lo que el emperador dijo pues viene de la orina, haciendo referencia al impuesto. De ahí proviene la famosa frase atribuida a él: pecunia non olet ( el dinero no apesta ).

La ropa en la antigua Roma se lavaba en las fullonicae utilizando una mezcla de agua, orina y cenizas. Aunque puede parecer un método poco convencional, lograban eliminar las manchas y mantener la ropa impecable. El trabajo en las fullonicae era considerado despreciable y los propietarios no gozaban de buena fama, pero el servicio era caro y lucrativo. La importancia de la orina en el proceso de lavado llevó al emperador Vespasiano a crear un impuesto sobre este producto. A pesar de todo, la frase pecunia non olet nos recuerda que el dinero no tiene olor.

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